“Se habían quedado en silencio. Una mariposa nocturna giraba sobre los focos con la misma decisión con que un animal sediento busca el agua en un charco. Al fin golpeó contra la lámpara encendida y cayó al piso, medio chamuscada. Un polvillo anaranjado ardió un instante en el aire y luego se disolvió como el agua en el agua”.
Ricardo Piglia deja caer este bello y perfecto párrafo en los estertores de uno de los mejores libros publicados en el 2010, “Blanco nocturno” (Anagrama).
El artículo completo en “Río Negro”
Filed under: Libros | Tagged: Blanco Nocturno, Ricardo Piglia |
Responder